Damián
y el hada de los deseos.
En
una gran cima olvidada, dormía el hada de los deseos humanos, sumergida en un
profundo e insondable sueño del cual nadie era capaz de rescatar. Se sucedían
los días y los niños antes de pedir un deseo a sus padres, estos ya se lo
habían concedido. No conocían las ilusiones ni los anhelos, pues estos eran
satisfechos antes de nacer. En una humilde cabaña, habitaba una familia de
escasos recursos, eran cinco hermanos entre cinco y doce años de edad. Apenas
si tenían para comer poco y mal. La mamá se hallaba inmovilizada en la cama
desde hacía tiempo, por su delicado estado de salud y el padre un hombre
humilde y bueno, intentaba traer diariamente a casa lo poco que conseguía
buscando entre aquellas cosas que tiraban los demás. En esta familia, carecían
de las cosas más fundamentales, comida, abrigo, escuela, pero aún así, había un
tremendo amor entre sus miembros.
Una
noche la esposa empeoró gravemente, los niños se encontraban solos, su padre aún
no había regresado a casa. Damián, el mayor de los hermanos, angustiado se
dirigió a los más pequeños diciéndoles:
-voy
a buscar ayuda, no os mováis de aquí hasta que regrese.
Así
fue como el niño se echó a andar sin tener muy claro el camino a seguir, pero
siguiendo los latidos de su corazón que amaba profundamente a su madre.
Anduvo
y anduvo hasta llegar a lo alto de una enorme cima, allí un bello resplandor le
envolvió hasta el punto de seguirlo con las pocas fuerzas que ya le
acompañaban. Frente a él vio a un hermoso ser de luz que dormía plácidamente
sobre una hoja. Damián no pudo contener una lágrima y está calló sobre el hada
impregnándola con su esencia, ante la calidez de esta lágrima el hada comenzó a
tomar consciencia y abrió sus ojos poco a poco.
-¿Quién
eres tú, que lograste volverme a la vida?
-¡Me
llamo Damián! mi corazón me trajo hasta aquí buscando un deseo.
El
hada emocionada le respondió:
-Hace
tanto tiempo que los niños no se acuerdan de mí... ¿cuál es tu deseo Damián?
¿Qué te trae aquí?
-Damián
respondió: Me trae un amor que no quiero perder, deseo que mi madre se reponga
de su enfermedad y papá encuentre un digno trabajo para poder vivir felices.
El
hada conmovida ante el deseo del niño esbozó una sonrisa y le dijo:
-Cierra
los ojos, pide con fuerzas tu deseo, al abrirlos te será concedido. Pero no
olvides que para ello tendrás que cumplir una condición.
-¿Cuál
es la condición? pregunto Damián.
-Nunca
habrás de revelar a nadie mi paradero ni existencia.
Damián
cerró con fuerzas sus ojos, sin dejar de pensar en lo que tanto deseaba. Al
abrirlos se encontró de nuevo en casa, sus hermanos no estaban allí, y la cama
de su mamá se hallaba vacía. Damián temió por su madre y de rodillas junto a su
cama comenzó a llorar desesperadamente.
-¡No
debí marchar! se repetía una y otra vez entre sollozos ¡Perdóname mamá! allá
donde estés...
En
ese instante escuchó la voz de su madre, la cual gritaba con júbilo:
-¡Damián
hijo mío, al fin apareciste! Hemos estado día y noche buscándote.
Damián
no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban presenciando, su madre se había
levantado de la cama y lucia radiante.
-No
te preocupes mamá, ya estoy aquí, me fui a buscar a papá, pero no le hallé.
-Estoy
curada hijo, ha sido un milagro, creerás que estoy loca, pero te diré algo, es
un secreto recuérdalo ¡Nadie lo ha de saber!
-¡Cuéntamelo
por favor mamá! exclamó el niño.
-Cuando
estaba a punto de partir para siempre, se me apareció un ser de luz, algo
parecido a un hada, que dejó caer sobre mí una lágrima que con sumo cuidado
sostenía entre sus manos. Esa lágrima provenía de la cima de los deseos me
dijo, y dejándola resbalar por mis piernas, estas de pronto comenzaron a
moverse...
-¡No
estás loca mamá! -dijo Damián sonriéndole-¿dónde se encuentra papá y mis hermanos?
-Tu
padre por fin ha encontrado un trabajo honesto y tus hermanos han podido
asistir a la escuela. Mientras tú andabas perdido, preocupándonos a todos.
Damián
aceptó de buena gana la reprimenda de su madre, no podía desvelar la
procedencia de aquel milagro.
Se
acercó a la ventana y una ráfaga de luz resplandeciente vislumbró desde la
misma, el hada había retornado del sueño, y su familia había sido bendecida con
una lágrima...
-Fin-
Derechos
de autor: María del Carmen Tenllado Yuste.
Málaga/España
Diploma obtenido por mi participación en dicha antología
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